«Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: ‘Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias’. Pero no quiere decir nada. Quizás haya sido ayer». El comienzo de “El extranjero”, de Albert Camus, debe estar entre los inicios más potentes de la literatura. Publicado en 1942 por Ediciones Gallimard en París, el libro rodea la vida del oficinista Mersault en tres etapas: la muerte de su madre, un crimen de un árabe en la caliente playa y la condena kafquiana del sujeto. ¿Lo condenan por matar o por no llorar la muerte de su madre? Un libro que apunta a lo absurdo de estar vivo y a ese instante en que el calor se vuelve lágrimas y sal y respiración. Como dijo Sartre, una frase de El extranjero es una isla. Y caemos de frase en frase, de nada en nada.
