La historia contada en primera persona tiene un magnetismo propio, pero a eso se suma la fuerza de una narrativa que, creo, lo tiene todo: tragedia, ternura, dolor, humor, poesía. No se sale ileso de esta lectura. Camila denuncia, interpela. Invita a re pensar, sentir, recalcular, respetar y sobre todo, empatizar. En el prólogo dice Juan Forn que «las malas es un relato de infancia y un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto político, una memoria explosiva»… Y luego que «es esa clase de libro que cuando lo terminamos de leer queremos que lo lea el mundo entero».
