Un experimentado inspector dedica todas sus horas para encontrar al culpable del asesinato, a puertas cerradas, de una mujer joven y hermosa.
Los principales sospechosos tienen muy diferentes posibilidades para defenderse. En la conciencia de la persona homicida, la chica muerta sigue viva; la tortura con su voz y le recuerda el brutal hecho.
Veinte años después, en Ecuador, la amiga de la víctima reza a la Virgen, que llora lágrimas de sangre. Allí conoce a un muchacho, quien se considera un enviado de Dios y ofrece sacrificios a la Virgen.
Ambos tienen varias características que los diferencian: la edad, la clase social, el alma…; pero otras que los acercan: el color de ojos, los nombres mitológicos, el egocentrismo, una lechuza de cristal, el origen…
Esta historia contiene numerosas frases que podrían resumirla, de alguna manera:
“el que lucha con monstruos debería procurar no convertirse en uno de ellos”;
“el tiempo deja sus marcas en los vivos y en los muertos”;
“el cuerpo es una cárcel que guarda todo lo que llevamos dentro”;
“cada historia es una puja de verdades”;
“la verdad es solo una adaptación de la realidad”;
“gana quien repite mejor, quien llora mejor”;
“un hecho repetido hasta el cansancio puede convertirse en una verdad absoluta”;
“el destino obrará o no”.
La virgen en tus ojos, de Florencia Etcheves (Editorial Planeta)
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