Novela escrita en 1965 y premiada 1966, un año antes de la publicación de Cien años de soledad. El autor, cubano, no tenía ni 25 años entonces y jamás participó del Boom. La verdad es que está a años luz de Cien años, sobre todo en que la escritura es mucho más suelta, desenfadada y libre, sin esa solemnidad de estar escribiendo una especie de biblia latinoamericana (que Gabo lo logra en muchos pasajes, es cierto), y entonces la “magia” no aparece sólo en el contenido sino ya en el lenguaje mismo.
También tiene una relectura muy interesante de la literatura española clásica, las aventuras del Lazarillo de Tormes, etc. Comparto un pasaje, cuando Fray Servando, el protagonista, bronceado hasta la negritud por haber pasado meses en un barco, es tomado prisionero por marinos españoles y confundido con un africano: “Me decían ‘Negro salvaje, tienes que ir acostumbrándote a vivir como los humanos’. Y hasta trataron de enseñarme español, que yo sin grandes dificultades, desde luego, fui aprendiendo. Al principio, y sabiendo el poco conocimiento que tenían los marineros y más si eran españoles, les hablaba en latín para que pensaran que era un dialecto africano. Y así lo creyeron los muy salvajes. Y sucedía por las tardes que yo, para mi consuelo, me ponía a recitar trozos de Virgilio y los muy bestias me repelían en mal español diciéndome:
-¡Negro salvaje, ya estás maullando tu dialecto africano y bestial!”.
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